Alzó su mirada y abrió los oídos:
En frente suyo, una pelirroja hablaba acerca de la biología del urogallo mientras 200 alumnos miraban sin perder detalle, rasgando el papel frenéticamente bolígrafo en ristre.
Recostándose en su butaca y poniéndose cómodo (todo lo cómodo que uno puede estar en un aula de zoología) decidió empezar a prestarle atención a la pelirroja.
Diez minutos después volvía a estar durmiendo como un angelito (sabido es que los angelitos, sin sexo, solo duermen y juegan al mus, consiguiendo algún milagro a los pares de vez en cuando). El problema fue que esta vez no pudo volver a su anterior sueño, en el que era Cristóbal Colón y estaba a punto de descubrir no se que ... ¡Esta vez se había convertido en un urogallo!
Rápidamente maldijo a la pelirroja por haber metido esa idea en su cabeza, y acto seguido comenzó a arrancarse piojos con el pico. Por lo menos la clase podría haber tratado sobre los monos, así sería una compañera quien le despiojase....
Decidió tomarse la situación con calma y, teniendo en cuenta que solo se trataba de un sueño, disfrutar de su nueva condición de gallo de monte. Miró alrededor y notó que se hallaba en el interior de algún bosque apartado, grandes robles, arces y acebos le rodeaban.
-Así que no hay duda, me encuentro en la Cordillera Cantábrica, porque si fuera un urogallo pirenaico me rodearían pinos silvestres, y no acebos.
Estaba solo (esto era más bien normal, ya que solo quedan actualmente unos 450 urogallos en toda la Cordillera) y no oía ningún ruido a su alrededor. Miró sus pies y vio que se habían convertido en garras de tres dedos. Esto también es una característica de su especie, que había perdido el cuarto dedo hace unos cuantos millones de años, por culpa de un barbudo, un tal Darwin.
Obligado a caminar de puntillas, decidió alejarse de allí y comer unas cuantas bayas de acebo. Estaban bastante ricas y como siendo humano no hubiera podido ni probarlas (para nosotros son venenosas) se dio un buen atracón.
Cuando acabó cloqueó un poco escuchándose a sí mismo, al fin y al cabo nunca antes había oído un urogallo, y se dispuso a probar sus alas. Con un fortísimo ruido de aleteo, notó que elevaba su rechoncho cuerpo, aunque pronto intuyó que su especie no podía recorrer grandes distancias volando sin cansarse (maldito Darwin) así que se posó de nuevo en un pequeño claro del bosque.
Este claro media aproximadamente 20m de largo por 10 de ancho, y estaba bastante escondido. Rápidamente supo que estaba en un cantadero, y loco de alegría empezó a cantar, pavoneándose y rascando el suelo con sus garras.
Al cabo de un rato notó que había alguien más en el cantadero, casi cegado por la intensidad de su propio canto (el taponazo), no oyó acercarse a una preciosa urogallina. Tenía un cuerpo de escándalo, y el pico se le cerraba un poco torcido, dándole un aire de candidez que le hizo perder los papeles.
Se pusieron al cortejo enseguida, y como tenía la suerte de ser el único macho en 50 Km. a la redonda (dudosa suerte) no tardó en llevársela al nido.
No sé si sabéis como se aparea un pájaro, pero resulta que no era tan divertido como él estaba esperando. Aún así, fecundó los huevos en un último esfuerzo, antes de, por fin....¡despertar!.
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Mucha suerte a los nuevos urogallos, ¡ojalá no seáis solo un sueño!
Robert
2 comentarios:
joe como te metes en el papel.....
Jejeje no todo van a ser fotos... pero mal futuro le veo a Tetrao
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